Estamos de acuerdo en que la fiebre representa una defensa para la integridad del organismo, es decir es una aliada a favor de nuestra salud en la lucha contra la enfermedad. Entonces,
¿Por qué nos empeñamos en bajarla o anularla?¿Qué peligro entraña?
El único peligro que puede desencadenar una fiebre es la irritación neurológica que causaría la llamada “convulsión febril” (solo en organismos predispuestos). Dicho percance se puede evitar tan solo enfriando la cabeza con una bolsa de hielo o cambiando paños mojados fríos como siempre se ha hecho y !solucionado¡.Nuestro sistema de defensa o autoinmune está dotado de unos mecanismos fisiológicos para conseguir que el organismo vuelva a la normalidad cuando está enfermo. Los antiguos llamaban a esta fuerza “Natura medicatrix”. Es decir todos los fenómenos que se activan en nuestro organismo cuando su “integridad” peligra, o lo que es lo mismo como decir el poder de autocuración del propio organismo. Entre ellas está la sudoración, la purgación, y…como no… la fiebre
Desde hace ya tiempo aplicamos en nuestra clínica el PRP (Plasma Rico en Plaquetas) con el fin de curar dolencias del tipo inflamatorio crónico y agudo. Se trata de aislar las plaquetas de la propia sangre, ya que dichas plaquetas contienen ciertos péptidos que inician un estímulo celular y activan su propia regeneración.Al acercar (inyectar) dicho Plasma Rico en Plaquetas (PRP) activamos la regeneración de las células y rebajamos así la inflamación. Las células no se dividen si no reciben la orden de hacerlo (Dra. Levy-Montalcini, Premio Nobel 1986, compartido con E Cohen). Sabíamos que dichos FC contenidos en las plaquetas tienen ese maravilloso poder para regenerar fibras (tendinitis, artrosis…) acelerar la curación de las heridas (ulceras) y hasta podemos emplearlas para acelerar la regeneración tisular de la piel, dando mejor aspecto a nuestra piel (medicina estética). Desde hace unos 3 años previamente a la centrifugación de la sangre para la extracción de la fracción plaquetaria sometemos la sangre a una temperatura de unos 40 grados. Digamos que “provocamos” una “fiebre” artificial. Observamos que los resultados son mejores y más duraderos que cuando no lo hacíamos. Dicha fiebre o aumento de temperatura hace que las células sanguíneas liberen no solo factores de crecimiento sino otras sustancias de conocida acción regenerativa. Siempre se ha dicho que con la fiebre, los niños crecen, se superan infecciones, se queman una serie de toxinas que se eliminaran más fácilmente. Digamos que el organismo aumenta su poder de autocuración en todos los sentidos.
Nuestro protocolo pues, consiste en extraer la sangre de la vena, calentarla en un horno diseñado para que los tubos de sangre estén en movimiento al tiempo que una lámpara e rayos infrarrojos reparta el calor de forma más homogénea. Posteriormente se centrifugara y finalmente se aislara el PRP, es decir la fracción plaquetaria que quedara ozonizada al extraerla en una jeringa precargada con ozono a una específica concentración dependiendo del paciente o patología a tratar. Con este procedimiento aceleramos la curación de patologías crónicas y reducimos el número de sesiones a aplicar. Vemos cambios en la mitad de tiempo a los que estábamos acostumbrados tiempo atrás. Calentado previamente la sangre o creado ese efecto-fiebre en la sangre propia podemos afirmar que la fiebre lejos de anularla lo que se debería hacer es dejarla actuar pues se incrementa el doble el poder curativo de nuestro organismo.
Un comentario
Porque cuando una persona tiene fiebre, no puede recibir transfusión de plaquetas? Cuando le pregunte al enfermero me dijo que es porque mueren pero hasta donde tengo entendido las plaquetas no son células